Azul & Rosa 10 Marzo 2013
¿De qué coño se ríe? Dicen que el cinismo es un escudo para defenderse de acciones vergonzantes. La risa, también. El día que vi a la infanta Cristina riéndose a la salida de la clínica de La Milagrosa, después de visitar a su padre, el rey, a quien tanto daño ha hecho, no pude evitar preguntarme: ¿de qué coño se ríe? También de intentar buscar una razón para esa risa. No la encontré. A lo peor es que reía por no llorar. Según Dostoyevski, si queréis estudiar a un ser humano, no prestéis atención al modo en que se calla, habla o llora. Miradle más bien cuando ríe. En este caso, con todo lo que está sucediendo y por suceder, resulta inexplicable tal actitud. Al menos que, en medio de las tinieblas que envuelven su vida, Cristina tenga la fórmula mágica para convertir su mal y su tristeza en esa sonrisa impostora. A lo mejor ríe por no haber sido imputada. Porque, en estos momentos, es muy difícil hacer reir a la gente honrada. Por lo que se sabe y se intuye, la infanta, presuntamente, no lo es. Como tampoco su marido.
También... el ¡Hola! Me gustaría saber que explicación le habrá dado Cristina a su madre, si es que le ha dado alguna o la reina se la ha pedido, sobre la relación de Iñaki y de ella misma con Corinna, "la amiga entrañable" de papá. Su presencia ha sacudido los cimientos de la Familia Real en ese publi-reportaje del ¡Hola!, sospechosamente sin firma, en el que aparece largando con esa boquita siliconada, después de haberlo hecho en EL MUNDO, que era otra cosa. Para empezar ibar firmado por su autora, mi querida y admirada Ana Romero. ¡Qué daño ha debido producirle a doña Sofía ver a la "amiga entrañable" (¡qué sutil eufemismos para no llamarle de otra forma!) recibiendo los honores nada menos que la portada de su revista preferida, en su revista de cabecera, más monárquica que el Abc. ¡Nadie lo diría! Aunque la reina debe estar ya curada de espanto. El día en que comprendió que el tiempo había dejado su huella en el amor, su papel cambió y, desde entonces, se propuso no ser sólo una mujer condescendiente sino, sobre todo y ante todo, reina. Reina consorte pero reina. Posiblemente nunca se había parado a meditar que en don Juan Carlos como en su abuelo Alfonso XIII, ser español es, a la vez, su fuerza y su debilidad. Si doña Sofía hubiera meditado más, hubiera descubierto que la clave de la personalidad del rey se encuentra en el linaje de los Borbones de España. Como tal, es prisionero y, finalmente, víctima de la herencia y características genéticas de este linaje.
Que doña Sofía no haya perdido, mínimamente, la compostura ante la dramática situación vivida esta semana es algo que le agradecen hasta los españoles más republicanos. Su presencia en la clínica de La Milagrosa, durante las tres horas que duró la intervención quirúrgica (parte del tiempo lo pasó en la cafetería con sus hijas) y sus visitas posteriores, fueron un ejemplo de lo que siempre ha dicho: "Mi vida es la vida del rey... Hago lo que creo que debo hacer que casi siempre es muy poco: sencillamente, estar" (La Reina, Pilar Urbano). Aunque es griega, ha demostrado que no ha nacido para representar tragedias.
Felipe y Letizia, daños colaterales A lo largo de cincuenta años, el matrimonio de los reyes ha conseguido superar, unas veces mejor que otras, los problemas de una vida en común, cuando la vivían, evitando el divorcio en aras de una misión que cumplir pero dejando en el camino, no precisamente de rosas, la pasión, el amor, el cariño y hasta la amistad.
En estos momentos, la situación en la Familia Real no es la mejor del reinado de don Juan Carlos. Ni como rey ni como esposo ni como padre. Ello está afectando, lógicamente, a la convivencia de Felipe y Letizia quienes están pagando un alto precio psicológico. Pienso que detestan no poder controlar la situación. Los rumores de crisis en la pareja no son gratuitos. ¿Se imagina el lector lo que el príncipe debe estar soportando en su casa, a propósito de los Urdangarín primero y lo de Corinna después? Ella, la nieta de un taxista que creía haber hecho un buen matrimonio... y se ha encontrado con una familia desestructurada, que lo es solo de nombre, en la que para sobrevivir y no volverse loca tiene que refugiarse en la suya propia que tampoco fue, en su día, un ejemplo, y en sus amigas. Para acabarlo de arreglar, se publica esta mi semana el libro de Andrew Morton (Ladies of Spain, La Esfera de los Libros) en la que la pone de mandona (¡vaya si manda!), controladora (no todo lo que pretende), obsesiva (con lo que Google y las redes sociales dicen de ella), ambiciosa (¿ya quiere ser reina?) y conflictiva entre su comportamiento formal y la mujer que realmente es. El autor británico escribe que "se ha convertido en la salvadora de la Monarquía española". "En su flotador", según una amplia información, publicada en su día en Vanity Fair. Pienso que, hoy por hoy, tanto ella como el príncipe son simple y sencillamente víctimas de la situación. ¿Hubiera sido Letizia más feliz casándose con el comandante Borbón, como le confesó a doña Sofía cuando se hacían confidencias? Lo dudo. Ella lo que desea es ser reina. ¡Largo me lo fiáis, señora!
CHSSSS.... Lleva razón Francisco González cuando, en su carta al director de este periódico, afirma que lo que está pasando en España parece una novela de Corinna Tellado... Sorprende que la autora de las fotografías de Corinna en ¡Hola! sea la actual esposa de Juan Villalonga, también alemana... Ella provocó la pelea, saliendo como un vendaval del apartamento y llevando sus cosas para abandonarle antes de que supiera que le estaba poniendo los cuernos con quien acabó casándose... Querida, ten cuidado y administra bien tu patrimonio. Si no lo haces, corres el riesgo de acabar como esa ex millonaria y hoy sin dinero por gastar su fortuna en trajes... Como tú, recientemente puso en subasta sus modelos de Dior y Chanel y ahora viaja en metro.
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